La paradoja de ‘Don’t Look Up’

Jan 14 • Spoiler Alert • 1450 Views • Comments Off on La paradoja de ‘Don’t Look Up’

Salvador Medina

En la misma semana en que se estrenó Don’t Look (No Mires Arriba), lo nuevo de Adam McKay, la revista Rolling Stone publicó que el glaciar del fin del mundo viene por nosotros. Eso que los científicos nos han advertido durante décadas, y que es absolutamente evidente para todos, parece ser ya inevitable. El paralelismo es obvio y doloroso. En la época de la posverdad, la percepción es más importante que la realidad.

Don’t Look Up llegó con un impresionante cartel a Netflix. Se trataba no sólo de una de las inversiones más caras de la plataforma sino que sus estrellas eran incontables. Debutó como la segunda película más vista en la historia de Netflix y las reacciones no se han dejado esperar. Aunque la gran mayoría de las críticas son positivas, han sido viscerales y contundentes.

Se trata de una película pertinente, tan absurda como relevante. Pero, pese a lo que se ha dicho de ella, lo que hizo Adam McKay al crear una parábola entre un cometa que llegará a destruir la tierra y la latente amenaza del cambio climático, se queda corta con la realidad. Fue el problema de los creadores de South Park, Trey Parker y Matt Stone, cuando intentaron reflejar el ambiente político que se vivió durante las elecciones presidenciales que vieron ganador a Donald Trump. Y es que, cuando la realidad es más absurda que la fantasí, el arte que lo utiliza como inspiraron, parece hasta innecesario.

McKay da en el blanco al exponer el desplazamiento de la razón a cambio del conspiracionismo y la identidad religiosa y de razas. Es decir, todo aquello que me parezca incómodo y signifique un cambio, representa mi destrucción, algo que explica el auge de demagogos en el poder (y que este texto articula de manera brillante).

Si bien la película de Don’t Look Up llega a extremos narrativos para mostrar el estado actual de la sociedad, los medios y las conspiraciones, parece quedarse corta en sus aspiraciones. McKay nos muestra un mundo burdo, absurdo, liderado por incompetentes que han llegado a sus puestos a base de apelar a falsos nacionalismos y narrativas engañosas. Y aunque se trata literalmente de una película perfecta para exponernos como sociedad, parece probar, más bien, que estamos condenados a la extinción.

McKay tuvo un cambio radical en el tipo de películas que dirige desde The Other Guys, una comedia que se enfoca en exponer la falsedad de Wall Street y las trampas de sus directivos. Desde ese momento, McKay se ha alejado de la comedia para tomar un tono más serio y de denuncia. Lo hizo así en The Big Short, Vice y ahora en Don’t Look Up. Aunque su carrera le ha permitido mantener un estilo cómico, lo usa a cuentagotas en sus obras, justo para crear una mayor catarsis en lo que produce.

Don’t Look Up es una obra absolutamente necesaria. Aunque es hilarante, es devastadora por el simple hecho de no haberse tenido que separar de la realidad para enseñarnos que somos parte de un sistema fallido, de una clase política corrupta e ignorante, de una sociedad complaciente y absorta, de un capitalismo que ha alienado a las personas que más saben sobre el mundo y encumbrado a billonarios embaucadores que han hecho de la explotación algo virtualmente insostenible.

Se trata de una lección de realidad, una dolorosa parodia que se queda corta frente al absurdo que nos rodea. Don’t Look Up invita a tomar las armas y asaltar la Bastilla. Pero, en pleno siglo XXI, es más cómodo ignorar el cometa que viene directo por nosotros y ver cuántos seguidores ganamos los últimos días en Instagram.

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