‘Studio 666’ – Reseña
Salvador Medina
El humor ha sido siempre parte esencial de la imagen de los Foo Fighters. Desde su concepción, Dave Grohl y compañía han uso la autorreferencia como elemento esencial de su imagen. No sorprende que jueguen con la percepción que se tiene de ellos y lo que los medios esperan de las estrellas de rock. De ahí que Studio 666 sea una nueva forma de jugar con ello y llevar su estilo a lugares nuevos.
Studio 666 es exactamente lo que se puede esperar de los Foo Fighters: una película de terror partes iguales ridícula, absurda e hilarante. Con un humor meta y un estilo kitsch, Terror en el estudio 666 parte de una premisa que hemos visto infinidad de veces en el cine de terror.
Un grupo de personas, en este caso los Foo Fighters, se mudan a una casa sin saber que ahí se oculta una historia de muerte y terror. Agobiados por tener en puerta su décimo disco, y con Dave Grohl bloqueado creativamente, el vocalista y frontman recurre a un mortal recurso: seguir a los espíritus que ahí residen sin considerar las repercusiones.
Grohl se obsesiona con la posibilidad de crear un álbum digno del hito que representa y guía a sus compañeros a la misma oscuridad que motiva su arte. El vocalista se deja llevar por las voces y sigue el el oscuro camino, así ponga en riesgo todo y a todos.
Studio 666 tiene referencias al grunge, al rock contemporáneo y al cine de terror. Dirigida por BJ McDonnell, en su debut en largometrajes, tiene básicas deficiencias de dirección, pero que pueden ser parte del lenguaje (aunque es evidente que no lo son). Pero lo cierto es que no importa un carajo: Studio 666 es divertidísima y ridícula.
Es refrescante tener artistas de este tamaño burlarse de su fama y su estatus cuando existe una generación obesesionada por el reconocimiento y la percepción. Foo Fighters usan su historia para hacer exactamente lo quieren. Y sus fanáticos deben estar agradecidos por ello.
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