La vida después de Barbenheimer

Aug 9 • Spoiler Alert • 188 Views • Comments Off on La vida después de Barbenheimer

Salvador Medina

Sucedió lo que muchos fanáticos del cine esperaban: Barbie y Oppenheimer revivieron las salas del cine de todo el mundo, enamorando a críticos, incrédulos y detractores. A tres semanas de su estreno, Greta Gerwig superó a Patty Jenkins en taquilla para colocar a Barbie como el mayor éxito en taquilla para una directora sola. Oppenheimer, por su parte, es la película dirigida a un público adulto con más taquilla de 2023 y la que más rápido ha cruzado la barrera de los 200 MDD para Universal.

En una época oscura para Hollywood, con las huelgas de guionistas y actores que han detenido las producciones, sangrado sus finanzas y afectado su percepción en el mundo, los éxitos de Gerwig y Nolan significan un respiro para los estudios y prometen nuevas puertas para directores arriesgados y originales.

Fuera del cobijo de franquicias de superhéroes o propiedad intelectual, Oppenheimer y Barbie ofrecen una fresca perspectiva para un medio detenido por las expectativas económicas y Wall Street, que quieren una tajada del pastel.

Ahora, uno pensaría que Hollywood aprendería las lecciones correctas de ambas historias: poner presupuesto y libertad creativa a producciones que no tengan que ver con multiversos o cuyos resultados no destruyan los reportes trimestrales para los inversionistas, puede traer éxitos mayúsculos. Claro que, como es de esperarse, no es el caso.

Tras el éxito de Barbie, Mattel ha acelerado las producciones de sus propiedades, entre las que destacan Barney, Polly Pocket, Thomas and Friends y American Girl, Es decir, Warner apostará a las franquicias, no al talento. Y ahí es donde siempre se equivocan los estudios.

Si algo han demostrado los recientes fracasos en crítica y taquilla de Shazam, The Flash, Secret Invasion y más, es que las franquicias tienen un techo y, aunque los estudios piensen lo contrario, el público no es estúpido. Y se cansa.

Pero nada detendrá la avanzada de las películas inspiradas por juguetes. Es de ese tamaño la miopía de los estudios: no son capaces de entender su propio éxito. Es fácil predecir que la Polly Pocket de Lena Dunham con Lily Collins en el papel titular, será un fracaso. Si es que llega a ver la luz.

No puede esperarse mucho un grupo de ejecutivos incapaces de ceder ante las justas exigencias de los responsables últimos del arte que ellos pueden monetizar. Por ello, la AMPTP (Alianza de Productores de Cine y Televisión) se rehúsa a asegurar el trabajo de miles de trabajadores ante la amenaza de la inteligencia artificial. Para ellos, llámense estudios o streamers, el fin último es el dinero. Jamás el arte.

Quizás es hora de dejar de romantizar Hollywood y empezar a verlo como lo que es: una máquina de producir utilidades. Hace tiempo, con la llegada de Wall Street y los tech-bros, el séptimo arte primero y la televisión después, pasaron de ser un bien cultural a un bien monetario.

Barbenheimer fue un momento irrepetible, una conjunción entre fans ávidos de regresar a las salas de cine y dos cineastas generacionales que nos entregaron productos fantásticos y hasta ahí. Hollywood es demasiado grande y estúpido para entender su propio éxito. Pero el arte seguirá adelante, aunque los hombres del dinero no quieran verlo.

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