‘Al Final Bailamos’ – Reseña

Oct 1 • Spoiler Alert • 1163 Views • Comments Off on ‘Al Final Bailamos’ – Reseña

Salvador Medina

Antes de caminar, el pequeño Mebar ya estaba inmerso en el mundo del baile georgiano. Su padre, su madre y su abuela son leyendas en el país y él, impulsado por esa tradición, dedica todo el tiempo posible a perfeccionar su arte. Pese a su entrega y dedicación, Mebar no ha encontrado el éxito esperado, aunque se encuentra en camino para ello. Pero la llegada de un bailarín a la compañía pone su vida personal y profesional de cabeza.

Mebar (Levan Gelbakhiani) es el hombre responsable en una casa que incluye a su abuela, su madre y su hermano, también bailarín en la compañía pero con una actitud rebelde que le ha costado ascender. Después de practicar todo el día, Mebar debe correr para trabajar como mesero en un restaurante. Entre los pequeños ingresos como bailarín y lo que puede ganar como mesero, la situación en casa es precaria.

Pero las prioridades de Mebar cambia con la aparición de Irakli (Bachi Valishvili), cuya destreza y actitud lo ponen en el ojo de todos. Para Mebar, Irakli es una oportunidad de soltarse y ser quien siempre ha querido ser. Es un despertar sexual y un despertar a la vida que lo llevará a lugares insospechados hasta ahora. Pero la posibilidad de ser descubierto y señalado en un país profundamente machista, puede significar que lo pierdan todo.

El mayor mérito de Al Final Bailamos (And Then We Danced) de Levan Akin, nominada a la Queer Palm en Cannes, es la sutileza con la que se desarrolla la historia. Akin nos muestra orgánicamente cómo la relación entre Mebar e Irakli se convierte en algo más y, cómo ambos se arriesgan por amor.

Al Final Bailamos es una compleja y bella historia de amor que trasciende su género y se coloca como una obra trascendental de arte. Con una ejecución precisa y una estética que refleja perfectamente el Tiflis actual y la precariedad que ahí impera. Akin hace un gran trabajo para hacer que el ambiente se sienta como un personaje más: estancado entre la globalización y la pobreza, retrasado socialmente.

Ahí existen Mebar e Irakli, estancados entre lo que quieren ser y lo que pretenden ser, por ellos mismo y por cómo serán juzgados por la sociedad. Con esa tensión y con ese juego, se conjuga una historia de amor para todos y digna de nuestros tiempos.

Corren a verla para vivirla en la pantalla grande.

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