Los Fabelman – Reseña
Salvador Medina
Es hora de dar a Steven Spielberg el lugar que se merece en el cine, particularmente para las nuevas generaciones. Es cierto que la industria le ha colocado como un fabricante de blockbusters y un acumulador de premios Óscar, pero es mucho más que eso. Y Los Fabelman (The Fabelmans), su más reciente obra como guionista y director, nos lo recuerda con creces.
En la más autobiográfica de sus obras, Spielberg, junto a su coescritor Tony Kushner, explora los orígenes de su obsesión con el cine. Y proviene de un lugar inesperado. A corta edad, Sammy es arrastrado por sus padres a ver The Greatest Show on Earth. En la pantalla grande, el choque de trenes impresiona a Sammy tanto que busca recrear el evento en su casa cuando recibe un tren de regalo. Pero el experimento se sale de control y sus padres lo reprimen por ello. En secreto, su madre Mitzi (Michelle Williams) le presta la cámara de 16mm de su padre para grabar el evento y poder disfrutarlo cuantas veces sea necesario.
El pequeño asombra con su destreza pero, sobre todo, abre una puerta en su mente que se vuelve imposible de cerrar. Su padre Burt (Paul Dano) es un exitoso ingeniero para General Electric que junto a su mejor amigo Bennie (Seth Rogen) trabaja en una nueva generación de computadores. Junto a Mitzi, Burt ve florecer el talento de Sammy, al mismo tiempo que le impulsan hacia una carrera en la academia. Pero el joven tiene otras intenciones.
La obsesión de Sammy desvela secretos familiares, poniendo a los Fabelman a prueba, al mismo tiempo que el novel director utiliza a sus hermanas y amigos como actores en sus producciones. En ese juego y experimentación, Sammy aprende del medio como un artesano, revelando su material, editándolo, aprendiendo nuevas formas de contar una historia. Y es ahí donde logra sostener el mundo que parece desplomarse a su alrededor.
En Los Fabelman, Spielberg nos demuestra su maestría, no sólo técnica sino narrativa. A menudo olvidamos que se trata de un verdadero contador de historias. Pero lo cierto es que Spielberg no inventó los blockbusters: reinventó el cine mismo.
No existe otro director como él que nos haga reenamorarnos del medio con la profundidad y capacidad con la que él lo hace. Los Fabelman es su película más íntima, una mirada a la mente de un genio, en toda la extensión de la palabra, y en una época donde esa palabra se suelta sin menor reparo. Su nueva película nos hace recordar el milagro que es el séptimo arte, la rebelión contra el sistema que significa crear algo y el espíritu de un puñado de aventurados que han hecho del mundo un lugar más hermoso y fácil de navegar.
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