Violencia sin sentido

Aug 11 • Artículos • 3388 Views • Comments Off on Violencia sin sentido

Salvador Medina

salvador@elhablador.com.mx

Las últimas semanas nos han dejado ejemplos de violencia en diferentes estratos de la sociedad que nos hablan de una descomposición profunda de nuestras fibras morales. La violencia siempre será reprochada como el último recurso ante cualquier situación, pero las recientes manifestaciones son preocupantes por su origen, trascendencia y fuerza.

En Vancouver, hace unas semanas, miles de aficionados de los Canucks (equipo profesional de hockey sobre hielo canadiense) se lanzaron a las calles a robar, destruir y manifestar su ira por la derrota de ese representativo en la final de la Stanley Cup. Que algo tan absurdo pueda provocar actos semejantes muestra lo frágil que es el tejido social. Y que esto suceda en Canadá debe tomarse como una señal de advertencia.

Algo tan mundano como el deporte local provocó que cientos de jóvenes (muchos de ellos universitarios, se comprobó después) desecharan la lógica para dejarse llevar por la euforia, el alcohol y la estupidez.

Algo diferente está ocurriendo en Londres y sus alrededores. Los días de protestas que han cimbrado el gobierno de David Cameron tienen su raíz en un descontento social legítimo, y el posterior asesinato de un ciudadano, pero que no por ello debió tener esas consecuencias.

Lo que comenzó como una manifestación pacífica a la cual acudieron ancianos, jóvenes, maestros y niños, para hacer sentir su repudio ante los recortes gubernamentales, sobre todo a programas sociales, cambió de tono cuando cientos o miles de personas utilizaron de pretexto su ira para destruir todo a su paso.

Comenzaron atacando lugares que representan la opulencia y el capitalismo. Todo ello escaló conforme las horas pasaron hasta convertirse en una locura. Lo que ciudadanos ordinarios habían calificado como un logro histórico, cambió de pronto a sucesos trágicos.

En nuestro país, el aparente atentado contra un profesor del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México, es otro brote de violencia que muestra más lo que sucede en la sociedad mexicana, que del incidente mismo.

Cualquiera que fuese la razón por la cual el doctor Alejandro Aceves López abrió un paquete-bomba en su oficina dentro de una institución de educación superior, no debe ser tomada a la ligera. México vive momentos claves que no dejan espacio al error. Las autoridades deben tomar este incidente con la mayor seriedad posible. No simplemente por lo que un atentado contra un catedrático representa, sino porque puede ser además el síntoma de un mal mayor.

En el mundo, las protestas de jóvenes y estudiantes manifiestan algo muy claro: el sistema no funciona. Bien lo dijeron los “Indignados” en España: no protestamos contra el gobierno, lo hacemos contra el sistema. Hay algo en la sociedad que no está funcionando y los actores políticos y las instituciones deben tomar acciones pronto. Antes de que esto escale a incidentes mayores.

El atentado del lunes pasado (8 de agosto) no habla del Tec de Monterrey o de su prestigio y el de otras instituciones de educación superior en México, sino que es el síntoma de un malestar general con peligro de arraigarse en los más jóvenes. La violencia no puede volverse algo común, justificable o admirable. Esa es la consecuencia cuando se nos dice que estamos en “guerra” contra un ente de mil cabezas.

Es por ello que la respuesta debe llegar del sitio donde este incidente ocurrió: desde la universidad.


 

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