Terrorismo en 140 caracteres

Nov 17 • Artículos • 3561 Views • Comments Off on Terrorismo en 140 caracteres

Salvador Medina Armienta

Los nuevos medios. ¿Cómo regularlos? ¿Cómo tomar en serio un escrito en un blog o reconocer la intención incendiaria de un tuit. El amplio vacío que deja la falta de legislación al respecto ha provocado situaciones que ponen al gobierno y a las instituciones en predicamento al momento de juzgar un acto virtual.

Pero esto no es exclusivo de México. Ya en este espacio hemos referido sobre los famosos casos de cyberbullying de Lori Drew y Megan Meier, cuyas sentencias dieron la vuelta al mundo por su controversia y novedad en el tema.

En aquel caso, Lori Drew fue sentenciada por haber roto los términos legales del sitio MySpace al abrir una cuenta con la finalidad de acosas a Megan Meier, quien eventualmente se suicidó a los 13 años. Posteriormente, la ambigüedad del caso provocó que se revocara la acusación.

En México, los últimos meses han traído a la atención pública la trascendencia que pueden tener los caracteres de una cuenta virtual. Desde el infame caso de los tuiteros acusados de terrorismo en Veracruz, hasta el bloguero decapitado en Nuevo Laredo. Estos ejemplos provocan una inmediata necesidad de dejar claras las reglas del juego.

Sin embargo, los casos que hicieron de @morf0 y @mareoflores semi-figuras públicas por sus “visiones predictivas”, llevaron a Twitter al absurdo.

El primero de ellos refirió en su cuenta de Twitter un día antes del incidente que provocó la muerte del otrora Secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora:

esto último en referencia a la caída de la avioneta de Juan Camilo Mouriño sobre la popular avenida capitalina.

Por su parte, @mareoflores, o Mario Flores Vargas, mejor dicho, dijo que “No salía tan temprano del trabajo desde que se cayó la avioneta de Mouriño. Anden con cuidado, funcionarios voladores”.

Estas dos tétricas coincidencias han provocado que los estos dos ciudadanos ordinarios hayan sido víctimas del escrutinio público, de la curiosidad de otros tuiteros y de violaciones a los derechos humanos. En el caso de Flores Vargas, el suceso llegó a tal extremo que fue levantado sin razón alguna por elementos de la Procuraduría General de la República (PGR) para cuestionarlo.

Para la CDHDF (Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal), lo ocurrido a Flores Vargas es una pésima señal de cómo el Estado mexicano procura garantizar el pleno ejercicio de los derechos humanos de las y los ciudadanos, especialmente el de la libertad de expresión, cuyo límite debe considerar mediante estándares internacionales en la materia.

Sin embargo, el atropello del que fue víctima Flores Vargas, debe alertar a las autoridades legislativas sobre la falta de legislación en materia de internet. ¿Cómo puede un comentario hacer de alguien un implicado o sospechoso sobre un acto de terrorismo o un mero accidente?

La sentencia que se había dictado contra los tuiteros en Veracruz debió alertar sobre ello y los constantes casos de robo de identidad o acoso virtual, deberían ser suficientes crear conciencia del alcance y trascendencia de la red. Pero es probable que estos casos no sirvan para nada y los derechos de los internautas sigan a la merced de los malentendidos y las autoridades sin contacto con este medio.

Internet no es algo pasajero. Al ser la cúspide de la democratización de los medios, estará expuesto a prejuicios y constantes miradas. Y si nos ponemos a analizar cada vez que alguien “prediga” un suceso de esta magnitud, perderemos de vista lo importante que es este medio hoy en día para nuestra forma de vivir.

No se trata de restringir la libertad de expresión. Al contrario, debe buscarse la forma de hacer de nuestros espacios, una búsqueda responsable de contribuir a la construcción de un medio que cambio todos los días frente a nuestros ojos.

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