De ‘Birdman’ y las consecuencias del Óscar

Mar 6 • Spoiler Alert • 730 Views • Comments Off on De ‘Birdman’ y las consecuencias del Óscar

Salvador Medina @ayudamemalverde

Cuando en 2006 la co producción mexicana El Laberinto del Fauno fue galardonada con tres premios Óscar, incluidos dos a cineastas mexicanos, hubo una especie de despertar en Hollywood sobre el talento nacional. El hecho de que el visionario a la cabeza fuera el tapatío Guillermo del Toro, hizo que la industria nacional inflara el pecho de orgullo.

Sí, Alfonso Cuarón ya había atraído los reflectores cuando Y Tu Mamá También dio infinidad de vueltas en el circuito de festivales en el mundo con sendos reconocimientos. Y Cuarón y del Toro ya habían dirigido películas de grandes presupuestos para estudios norteamericanos. Alejandro González Iñárritu se encontraba filmando Babel tras el reconocimiento que le significó 21 Gramos. Pero nada de esa magnitud. Nada como del Toro y su laberinto.

El cine mexicano había graduado con honores a sus tres más importantes directores. De la mano, llegaron a la cima del cine mundial Rodrigo Prieto, Eugenio Caballero, Guillermo Navarro, que acompañaron desde entonces a Emmanuel Lubezki, el alumno más avanzado.

La industria nacional podía jactarse de contar con talento suficiente para crear filmes de calidad que brillaran en cualquier pantalla del mundo. Pero donde no podía competir era con oportunidades, exposición y presupuesto. Por eso, contar con cualquiera de los llamados “Tres Amigos” en una producción en nacional es cada vez más una utopía.

Así, cinéfilos y extraños tenían que ver el talento nacional en producciones extranjeras. Desde ese momento, la industria mexicana comenzó a reinventarse. Nuevos cineastas dieron lugar a nuevas voces, nuevas temáticas. Pero cualquier logro de creadores mexicanos se podían aceptar como propios.

Cuando el año pasado la ambiciosa Gravedad de Cuarón arrasó con los Premios Óscar excepto, por absurdas razones políticas, en la categoría de Mejor Película, los medios mexicanos lo tomaron como un logro propio. El verdadero Mexican Moment, dijeron algunos. Siete estatuillas mexicanas, dijeron otros.

150222-oscar-alejandro-jsw-1155p_f77f21237622a1f18e012392cc4479b5Querían ver en el logro de uno la conquista de toda la industria. Pero la realidad no es así. Gravity es, a todas luces, una producción extranjera, como mencionamos aquí hace un año. No sirve, además, colgarse méritos que no corresponden al esfuerzo de un grupo de individuos. El cine mexicano no podía ganar nada de ello. Y un año después, ganó Birdman. Y de nuevo el auto engaño.

González Iñárritu coronó un extraordinario año con tres estatuillas. Ningún cineasta había tenido un éxito similar desde los hermanos Coen. Se trataba de una noche histórica. Pero para el estudio que financió el filme, Fox Searchlight. Para los mexicanos involucrados, por supuesto. Pero no, de nuevo, para la industria mexicana.

Claro que el éxito caló hondo en unos. Conservadores de vieja guardia como Donald Trump utilizaron la victoria de Birdman como pretexto para empujar su agenda conservadora en los medios. La derecha norteamericana salió a defender Francotirador (American Sniper) como la verdadera merecedora del galardón. Como si los millones que ganó en taquilla fueran indicador de su calidad. No es así. Nunca ha sido así.

Además, la opinión pública se enfocó más en el discurso de Iñárritu supuestamente dirigido Peña Nieto cuando el cineasta mexicana lanzó en general un reto a la sociedad civil para involucrarse más en la construcción del país. Y este último aspecto, me parece el más preocupante.

¿Nos hemos vuelto la clase de sociedad que, en lugar de festejar el triunfo monumental de uno de los nuestros, interpreta su mensaje de construcción social y lo vuelve algo contra una figura política? Lo que lograron Iñárritu y Lubezki fue sacudir la industria más grande del entretenimiento en el mundo, dando un ejemplo a las siguientes generaciones de creadores mexicanos y, sin embargo, nos quedamos con la reinvención de un discurso que, además, pocos se atreven a expresar en nuestro país.

No, la victoria de Birdman no es de la industria mexicana, pero sí es un ejemplo y una inspiración para miles de personas. ¿Por qué quedarnos en lo superficial cuando abajo se está gestando algo que puede ser el parte aguas de una nueva generación de artistas y jóvenes? Pocas veces un connacional tiene un logro de esa magnitud y no lo tomamos como lo que es: una invitación, un reto.

Lo más trascendente de esa histórica noche fueron sin duda los miles de jóvenes mexicanos que se dieron cuenta que triunfar es posible, incluso contra intereses políticos, discriminación y más altos presupuestos. Iñárritu, Lubezki y el equipo de mexicanos que triunfaron en Birdman, dieron un golpe de pecho. Su legado se verá en unas décadas, cuando los mexicanos que soñaron con estar en ese lugar, se prueben a sí mismos que no es imposible estar ahí. Y eso lo descubrieron una y otra vez durante la noche del Óscar.

 

 

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