Black Mirror: el espejo de nosotros mismos

Jan 29 • Spoiler Alert • 4233 Views • Comments Off on Black Mirror: el espejo de nosotros mismos


Salvador Medina @ayudamemalverde

La tecnología ha sido siempre un arma de doble filo. Las herramientas que usaban nuestros antecesores podían servir construir un refugio para una familia o para acabar con los enemigos. Con el transcurso del tiempo, poco de eso ha cambiado. Cada gran avance tecnológico trae consigo un riesgo inalienable: la propia naturaleza humana. De ahí que la premisa de la oscura y poderosa serie inglesa Black Mirror sea todavía más relevante.

Creada por Charlie Brooker, quien anteriormente había escrito la serie Dead Set y el documental How TV Ruinded Your Life, nos plantea una alegoría peligrosamente cercana a la realidad. Con el simple recurso de elevar la tecnología actual un “cinco por ciento” según sus propias palabras, concibe episodios duros de mirar pero necesarios de entender.

Black Mirror se atreve a plantear un mundo desconectado y peligroso pero con una distinción: cada episodio es distinto. En cada capítulo de la serie, el universo es diferente al anterior. No se repiten personajes o anécdotas. Ni siquiera los aparatos o gadgets que utilizan los protagonistas, excepto algunos guiños que Brooker deja para quienes están prestando atención.

Black-Mirror-In-Memoriam-1Con dos temporadas de tres capítulos cada uno y un especial de Navidad que debutó en diciembre pasado, Black Mirror es una advertencia, no sobre la tecnología, sino sobre nosotros mismos.

Es una fantasía satírica, dice Brooker. Pero quizás subestima su visión como creador. O intenta alejar un poco al espectador de lo reflejado en la pantalla. Quizás, las alegorías mostradas en la serie son más cercanas de lo que pensamos. O de lo que queremos pensar.

El primer episodio nos muestra a un Primer Ministro de Inglaterra en problemas morales y políticos cuando una princesa (al estilo de Kate Middleton) es secuestrada y sólo será liberada con vida si éste tiene relaciones sexuales con un cerdo en televisión.

Sí, son escenarios drásticos, pero en todos ellos hay algo tangible. Y plantea preguntas reveladores: ¿qué haríamos si eso sucediera? ¿veríamos el evento? ¿juzgaríamos al Primer Ministro si no cediera ante las presiones? El episodio, como casi todos, es difícil de digerir. No por la naturaleza de las imágenes (Black Mirror no muestra escenas explícitas o grotescas), sino porque lleva el mundo actual a otro nivel donde quizás eso sí pueda suceder. Y esa cercanía es lo que provoca una inmediata sensación en el estómago.

“Quiero activamente perturbar a las personas”, dijo Brooker a Lauren Duca de The Huffington Post. Y no lo logra separándonos del contexto sino insertándonos de lleno en él.

Las situaciones de los protagonistas sólo difieren de los nuestros por los gadgets o aparatos que utilizan. Pero exploran la naturaleza humana: la obsesión, las consecuencias del desamor, los celos, la popularidad política, la vida en pareja, la desilusión, la soledad, la justicia social.

Quizás el capítulo más devastador sea Be Right Back, que surge como reflexión sobre nuestra vida en línea y lo que decidimos compartir en redes sociales. Cuando una joven viuda no puede dejar ir a su esposo, quien falleció en un accidente automovilístico (según nos lo insinúan, revisando sus redes mientras manejaba), decide probar un servicio en línea donde se puede conversar con él. Y no precisamente con él, sino con los bites que dejó en Internet.

A partir de eso, la viuda (Hayley Atwell) crea un vínculo con el producto creado, que posee su misma voz e ingenio, y que le permite olvidar su pérdida momentáneamente. Y cuando le proponen pagar por traer a la vida un avatar similar a su fallecido esposo, se genera una dinámica que la hace cuestionar la realidad de lo que sucede.

black_mirrorNo menos controversial fue el capítulo White Bear donde una mujer despierta sin recuerdo alguno y se ve perseguido por hombres enmascarados mientras una multitud sigue los eventos sin dirigirle una palabra pero grabando cada segundo de lo acontecido.

Son obvias las relaciones con el mundo actual. ¿Nos ha vuelto la tecnología meros espectadores de la realidad? Parecen alegorías lejanas pero hay aspectos completamente reales de lo que sucede. La pantalla nos aleja de lo que vemos frente a nosotros. Si experimentamos algo a través de en un dispositivo móvil o en una televisión, nos protege de ese mundo. Aunque sea el mismo que habitamos.

Brooker ha creado una serie digna y necesaria para nuestros tiempos. No sólo porque sirve como un reflejo oscuro de nuestra realidad sino porque es perturbadoramente familiar.

Black Mirror tiene además a algunos de los actores más interesantes de la actualidad: Jessica Brown Findlay, Jon Hamm, Toby Kebbell, Hayley Atwell, Domhnall Gleeson, Jason Flemyng, Janet Montgomery, entre otros.

Pero la serie de Brooker trasciende a sus destacadas actuaciones, geniales efectos visuales y sus puntuales guiones para proveernos una obvia lección: Cuando la sociedad se pervierta y asimilemos la tecnología por completo, nosotros nos volveremos el entretenimiento, y nuestras vidas serán un mero producto consumible.

 

 

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